La piel es un órgano, como los pulmones o el hígado. Su función es el contacto con el mundo exterior.
Este órgano puede resultar afectado por los cambios de tiempo, las situaciones climáticas extremas de frío, calor, radiación solar, etc. que provocan sequedad, potencian las arrugas o la aparición de manchas y quemaduras.
También es influenciado desde el interior y transmite cualquier disfunción de otros órganos, cambiando su coloración, apareciendo edemas, hinchazones o irritaciones.
Su buena salud se traduce en lo que llamamos «belleza», potenciando rasgos que nos hacen parecer más atractivos.